Deja que me exprese con mi ternura a flor de piel
Abrazarlos en mi regazo y sentir sus corazoncitos
Latiendo al compás de sus sueños más serenos
Acariciar sus caritas dormidas y verlos sonreír
Quien sabe con que angelito están soñando
Que profundo duermen que no sienten mi mano cuando los toca
Mirarlos y contemplar su inocencia tan pura
Que se notan en sus rasgos rosados y en su paz
Sus miradas alegres, sus torpes caminar
Sus manitas tan suaves buscando afirmarse a las mías
Para no caer en sus primeros pasitos
Sus primeras sílabas que pronuncian
Quieren hacerse entender con su mirada
Sus enojos, sus berrinches, sus trompitas de desagrado
Y sus abrazos que buscan protección
Se hunden en mi pecho como si eso los envolviera para que nada les haga daño…
Son solo recuerdos de mis hijos cuando eran bebés.
Mis hijos, mi vida, verlos tan grandes, tan hombre y tan mujer, me siento tan plena y tan vacía a la vez.
Se que pronto se irán, es la ley de la vida, pero sigo mirando sus caritas, sus enojos, sus berrinches y sus manos que buscan a las mías aunque sus pasos sean firmes.
Cuando puedo los abrazo, me lleno de ellos, los beso, los acaricio y aun contemplo sus caritas en sus sueños, y quien sabe con quien sueñan ahora.
Es la ternura de mis hijos la que me sostiene cada mañana, cada día de mi vida.
La ternura que siente una madre al ver a sus hijos crecer, marchar por la vida por los caminos que una les marcó y estar atenta para cuando me necesiten.
¿Qué palabra puede ser lo suficientemente explícita para describir lo que siento?
Mi corazón se desborda de emoción y de silencio cuando los veo tan grandes, tan hombre, tan mujer.
Solo yo se lo que me provocan. Solo yo se lo que siento.
No puedo explicar esta sensación, este sentimiento que llenan mis días y los hace eternos.